miércoles, mayo 12, 2010

Memorial del MIR inaugurado en Villa Grimaldi


Palabras de Gladys Díaz, ex prisionera política sobreviviente de ese recinto clandestino de detención
Camaradas, compañeros, amigos, familiares de nuestros hermanos caídos en la lucha antidictatorial, representantes de embajadas hermanas:

Nos reunimos aquí para homenajear la memoria de nuestros hermanos, a quienes en su compromiso militante, les fue arrebatada la vida.
En una comunión de voluntades, hacemos un alto en medio del alboroto de la multitud, para silenciarnos y despertar a los nuestros que partieron hace más de treinta o de veinte años, y sacándolos de las sombras del pasado, traerlos desde más allá del infinito, para volver a sentir sus risas, su canto, su grito libertario. Tal vez cerrar los ojos para visualizar este encuentro con ellos, y por un momento ser capaces de entablar nuevamente algún diálogo suspendido en el tiempo o concluir alguna conversación que nos quedó pendiente. Que en este recinto cada uno pueda encontrarse con los más cercanos, con los más queridos, con los nunca olvidados. Volver a compartir historias de amor con la Jacqueline Binfas, discutir de agitación y propaganda con Peppone, de táctica sindical con Juan Olivares, de la tabla para la reunión con los cristianos de base, con Rafael Marotto, de suministros logísticos con el Coño Villabela, de la editorial del Rebelde con Augusto Carmona. De las encíclicas papales de juan XXIII con María Galindo, de música con Isidro Arias. De la vida, simplemente de la vida, con Carmen Díaz Darricarrere. Y uds, cada uno de uds. estará pensando en tantos otros, para conversar de otros tantos temas. Construyamos en este día, una realidad que los contenga a todos, que no falte ninguno, que vengan de todos los espacios en que se les arrancó la vida, a juntarse con nosotros y sintiéndonos nuevamente jóvenes, compartir con ellos la asamblea decisiva, el congreso aún pendiente. Y que el tema central de esta gran reunión que nos convoca a todos, sobrevivientes y muertos, sea el reconocimiento a nuestros héroes y mártires, a su compromiso ejemplar, a su sacrificio en la plenitud de su quehacer, a su legado de honor y dignidad. Y recordar con ellos en esta asamblea en que somos varios centenares, contándonos nosotros y ellos, recordar, nada más que recordar, la escenografía política y social dentro de la cual nacimos como partido.
El Mir nace el 15 de agosto de 1965, envuelto en un paisaje de cambios nacionales e internacionales.
La revolución cubana tenía cinco años de vida y recibía el apoyo creciente de dirigentes políticos, sociales, sindicatos, confederaciones, intelectuales, estudiantes. Legiones de voluntarios llegaban a la Habana para cortar caña y sembrar café, en un gesto simbólico de apoyo a la revolución, a sus dirigentes y a su pueblo. Organizaciones guerrilleras desarrollaban su accionar en México, Centroamérica, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Argentina. Decenas de muertos dejaban los continuos enfrentamientos entre el pueblo negro norteamericano y la policía, en las múltiples protestas, que se extendían por los Estados del Sur, exigiendo la igualdad de derechos. Finalmente el congreso norteamericano, en ese mismo mes de agosto, aprobaba por 79 votos contra 18, la ley que permitió votar en las elecciones, al pueblo negro. Hacía cuatro años que Argelia se había independizado del colonialismo francés.
El jefe de la revolución china, Mao Tse Tung, proclamaba en Pekín, que no habría paz en el sudeste asiático hasta que los norteamericanos se marcharan. En los mismos momentos el Presidente Lyndon Johnson pedía al Congreso norteamericano un aditivo de 1700 millones de dólares más, para seguir financiando la guerra de Vietnam. Los jóvenes norteamericanos rebeldes boicoteaban el alistamiento militar, haciéndose hippies para predicar el amor y no la guerra, o se iban a la India o se venían a América Latina, a participar de movimientos de izquierda. Aquí en Chile, en toda América, en Europa y Estados Unidos, había marchas y protestas permanentes contra el invasor yankee en Vietnam.
Jóvenes europeos discutían en asambleas multitudinarias al alero de las universidades y escuchaban a Rudy el Rojo y otros líderes que tres años más tarde encabezarían junto a los obreros franceses la asonada de mayo del 68.
Grecia al borde de la revolución vivía cotidianos enfrentamientos de obreros y estudiantes con la policía, exigiendo el fín de la monarquía, y el regreso de Papandreu.
Fracasaba rotundamente en América Latina, la instalación del Plan Camelot, propiciado por el Depto de Estado y que financiaba a los militares norteamericanos para que investigaran al interior de los países del continente, cualquier intento revolucionario.
Hacía dos años que el Presidente Kennedy había sido asesinado. Y el día antes del nacimiento del MIR, los modistos europeos discutían si la mini falda debía tener 15 o 20 centímetros arriba de la rodilla.
¿Y qué pasaba en Chile en ese mes de agosto?
Temporales de lluvia y viento que había arrasado con la Isla de Juan Fernández, llegaban a Valparaíso convertidos en ciclón. Vendavales azotaban 19 provincias del centro y del sur, dejando una estela de muertos, damnificados y destrucción.Se calculaba la reconstrucción en miles de millones de escudos.
En lo político, se discutía arduamente una ley de reforma a la propiedad del cobre. El Presidente democratacristiano Eduardo Frei enviaba al Congreso una ley de chilenización del cobre, que recuperaba de las empresas gringas, algunos mandatos sobre nuestra principal riqueza. El FRAP, formado por socialistas y comunistas exigía nacionalización, que significaba recuperar toda la propiedad y todos los servicios y derechos. El derechista partido nacional exigía respeto a los derechos de las compañías norteamericanas. Frei preparaba un proyecto de ley de reforma agraria, que la izquierda consideraba absolutamente insuficiente.

Comunistas y democratacristianos se peleaban en los pasillos del congreso, gritándoles los primeros, que su Revolución en Libertad era de pacotilla y que ningún cambio propuesto era cabal. La Cut preparaba su vigésimo congreso y esperaba la asistencia de 38 delegaciones extranjeras, que incluían las del área socialista.
Entidades del gobierno y del mundo académico ante la realidad de que sólo había televisión universitaria, se abrían a la posibilidad de que también existiera un canal estatal, para difundir programas educacionales.
Numerosas familias se tomaban un extenso terreno frente a la Municipalidad de San Miguel, dando comienzo al movimiento de pobladores que luego lideraría el MIR, y que definió el derecho a la vivienda, con la libreta de ahorros, o con la Toma. Se iniciaban en las vacaciones, los trabajos de verano, que relacionaban al estudiantado con los pobres del campo y con el pueblo mapuche.
El Senador socialista Salvador Allende Gossens era elegido Presidente de la comisión de salud del Senado. La diputada radical Inés Enríquez, tía de Miguel, uno de nuestros fundadores, proponía incluir dentro de la Constitución, el derecho al divorcio con disolución de vínculo.
Se les negaba a los trabajadores de las pequeñas industrias, el derecho a la sindicalización, por desconocérseles la cifra para el quorum, y por lo tanto, no se les respetaba el pago del sueldo mínimo, ni de las horas extraordinarias.
Lejanos hoy día a ese acontecer nacional e internacional recién descrito, hemos llegado hasta aquí distintas generaciones de miristas y junto a nosotros, también compañeros de este caminar, a dar testimonio del paso de nuestros compañeros ausentes, por esta geografía de sentimientos, acciones, ideales, lugares.

Hemos venido a recordar a esa pléyade de hombres y mujeres que, realizados en el devenir histórico en que les tocó nacer y crecer, vivieron el activismo junto a los trabajadores de las industrias, al campesinado, al pueblo mapuche, a los estudiantes, a los mineros, a los pobladores. Y por esa opción política, y por ese militar la vida y los sueños, y por buscar mejores realidades, la represión dictatorial los persiguió, los encarceló, los torturó, asesinó e hizo desaparecer, desde éste y de otros lugares. Ellos como los héroes de las mil leyendas eternizaron su juventud y se quedaron para siempre fuertes, poderosos, bellos.
Y quienes estamos aquí y muchos otros que nos acompañan desde la distancia, continuamos la brega y ya no somos los mismos. Y sería dramático que fuéramos los mismos. Sería lamentable que no fuéramos más conscientes, más tolerantes, más reflexivos, más experimentados, más inteligentes, más viejos y más sabios. Y a nosotros que ya cargamos tantos años encima, tal vez las jóvenes generaciones y los hijos de nuestros hijos nos preguntan…

¿fueron uds realmente parte de una élite humana que no trepidó en dar lo mejor de sí por aquello en que creía, sin pensar en un momento siquiera en egóticas aspiraciones?

y los jóvenes y los adolescentes siguen preguntando…

¿fueron realmente ustedes buscadores de atajos creativos, soñadores de luna y de sol, para lograr un propósito centrado en la comunidad, en el colectivo?
A la luz de los valores que hoy imperan, en este paraje desolador de individualismo exacerbado, de una catatónica dictadura del mercado, de esta desenfrenada invitación al consumo, cabe que también nosotros, junto a los nietos nos preguntemos:

¿Qué fuimos realmente?...¿heroicos?...¿altruistas?...¿idealistas?...¿ingenuos?
Cada uno de nosotros puede haber internalizado una respuesta a esas preguntas, de manera más o menos compleja, más o menos profunda, más o menos objetiva. Los sociólogos e historiadores harán lo propio. En el futuro tal vez nos analicen con escalpelo. Hay interpretaciones diversas, pero una historia común, una raíz política que nos une.
Hay algo que nos sostiene a todos y que nos hace balbucear lo mismo desde distintos abordajes. Cada uno, los rojinegros puros, lo más rojos que negros, los más negros que rojos, los rojinegros rosados y los blancos, los que han desarrollado más el hemisferio cerebral derecho o el izquierdo, los que han delegado la búsqueda en otros y se han vuelto devotos, todos, todos, los que nos consideramos en esos casilleros o en otros, todos deseamos poner nuestro grano de arena en la construcción de una sociedad mejor, más hermana, más justa, sin explotadores y explotados. Porque los sesgos, la táctica, y los matices pueden no ser los mismos. Pero nadie ha perdido el norte. Nuestros hermanos héroes y mártires, hoy entre nosotros, nos saludan, porque saben que para rendir tributo a su memoria, nos reunimos hoy tal vez, por última vez sin ponernos apellidos odiosos, sin descalificaciones, sin culpabilizarnos mutuamente, solamente unidos por un abrazo invisible que viene del pasado, que se hace hoy presente para compartir este justo homenaje que debíamos a los nuestros.
Ya no somos los mismos, y tampoco el planeta, ni Chile son lo mismo, por lo tanto las preguntas y las respuestas a este momento histórico ya no nos parecen tan claras y absolutas, como lo sentimos en ese viejo ayer. Y como bien sabemos que las verdades tienen piernas cortas y no llegan muy lejos, tal vez sea sano buscar, sin permitir que el corazón se cristalice, abrirnos a nuevas interrogantes sin anatematizar al que no elige lo mío.
¿Cómo sumarnos recorriendo los bordes para desde allí reconstruir el Centro?....

No más con el único propósito de volver a dibujar círculos desde el vacío, crear esperanzas nuevamente, desde el desapego por lo material, desde el compromiso, desde la honestidad, desde el amor por los pobres del campo y la ciudad. Para tal vez, llegar al límite al que llegan los físicos atómicos, a trabajar desde la probabilidad, donde nada es absoluto. Encontrar el wou wei de los chinos, “la acción justa”.
Esta es una reflexión que le debemos a los nuestros que ya no están para decidir junto a nosotros. Tal vez sea bueno que ellos no vean desde el más allá que hemos perdido aquella cuestión del orígen, donde intuimos que alguna vez fuimos uno. Tal vez haga falta que nos detengamos en medio de la vorágine en que casi todos estamos insertos, para volver a reconocernos en la mirada y…hacer contacto.
Hacer contacto con lo que nos unió, con el recuerdo indestructible de lo que fuimos.
Y en ese espíritu de enarbolar, soberbios, la militancia que nos unió, homenajeamos vuestra memoria, Miguel, Bautista, Dago,Edgardo, hermanos Vergara, Cedomil,Lumi, Máximo, Jekar, María, Carmen, Jacqueline, Luis Antonio, Carolina, Fabián, Juan Carlos, Sergio y todos los nombres que en este momento cada uno de nosotros, aquí reunidos, está recorriendo silenciosamente. Les sacamos el ropaje de la muerte, del pasado, del olvido de la calle, y los exponemos al paisaje del sol, a la impalpable caricia de la luna, esa caricia que vuelve azules, a las violetas, para acompasar nuevamente vuestro latido junto al nuestro y ser uno, por un momento, bajo la consigna rojinegra. Les decimos que aunque ausentes, su ejemplo está presente, en los buscadores de respuestas, en los que indagan y cuestionan, en los que no se conforman, en los alternativos al sistema, en los constructores de tiempos mejores. Su ejemplo seguirá vivo en los sostenedores de la memoria y en las generaciones presentes y futuras que recorriendo caminos de sauces, cipreses o alamedas, producirán el cambio hasta levantar la sociedad sin explotados.
Y queda en el aire la pregunta de los nietos. La pregunta dirigida a los que ya no están y a nosotros mismos..¿qué fueron y qué fuimos finalmente?...¿héroes?...¿Altruistas?...¿idealistas?...¿ingenuos?
Todo eso y mucho más, fuimos parte de una camada continental, de una casta de mujeres y hombres, encantadores de ideales e idearios, ajenos a toda autorrealización, dispuestos a esfumarse en el colectivo, y a dar la vida si era necesario, por la coherencia política.
Nadie les puede quitar a nuestros hermanos desaparecidos y asesinados, la memoria de lo que fueron, y a ellos y a nosotros mismos, nada ni nadie nos puede quitar el inmenso orgullo de haber sido los revolucionarios de nuestro tiempo, forjadores de futuro, de sueños inconclusos que aún esperan ser retomados por las nuevas generaciones.

Santiago de Chile, 8 de mayo de 2010, en el Parque por la Paz, ex Villa Grimaldi.

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