-36 años después de su secuestro y desaparición, la familia recibe sus restos
por Ignacio Vidaurrázaga
Hijo
de la rebeldía, lo siguen veinte más veinte, porque regala su vida, ellos le
quieren dar muerte…versos que le quedan muy bien a este militante
del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR y la Resistencia que en diversas
ocasiones se escapó de los esbirros, incluso burlándose de ellos. El Coke, compañero de Ángel del liceo 7 de
Ñuñoa, rememora como este después del golpe contemplaba el allanamiento de la
casa de sus padres en Macul, desde la casa de la chica Marisol, ubicada al frente. Entre sus
“salvadas”, estuvo la huida de una operación rastrillo de los soldados del
regimiento Buin en las proximidades del cerro San Cristóbal a fines de octubre
del 73, junto con el niño Raúl y el
Charlie.
Los
restos de Ángel Guerrero, junto a los de los militantes comunistas Fernando Ortiz, Lincoyan Berríos y Horacio Zepeda, corresponden a los primeros
detenidos-desaparecidos cuyo rastro último fue el cuartel Simón Bolívar y que
luego de ser reconocidos por el Servicio Médico Legal serán restituidos a sus
familiares durante estos días de julio.
El próximo viernes 27, la familia de Ángel recibirá los restos de
su hijo, hermano y sobrino. Entonces, muchos de sus compañeros de la Resistencia
en el MIR recordarán a “Emiliano” o
“Haywatta” como lo nombraban en la Fuerza Central, ese destacamento de
elite de las estructuras miristas en el accionar operativo. Seguramente, también
se harán presentes, sus compañeros del FER del Liceo 7 de Irarrázaval o quienes lo conocieron en el barrio de la casa familiar de Macul y
quizás más de alguno del activismo como joven cristiano de los curas salesianos.
Todos, se enterarán por diversos medios de las ceremonias de despedida y
homenaje de este fin de semana: el
viernes 27 su velatorio desde las 18:00 en Macul 5065; luego el sábado 28 cuando sean las
15:00 y parta el cortejo hacia el cementerio Parque del Recuerdo, para finalmente
efectuar un homenaje el domingo 29 en el Memorial del cementerio general a las
12:00 horas…Habrán transcurridos sólo 36 años, que en esto de hacer memoria es
aún muy poco tiempo.
CUARTEL “TERRANOVA” Y SIMÓN BOLÍVAR 8.800
Hacia fines de junio el libro “La danza de los cuervos” del periodista
Javier Rebolledo sistematizaba los testimonios del ex agente y mocito Jorgelino
Vergara revelando el funcionamiento del cuartel de la DINA de Simón Bolívar
8800. Allí, pudieron ser reconstruidos los últimos momentos de Ángel: “Valdebenito fue instruido por Juan Morales
Salgado para que fuera eliminado en ese momento…el grupo del “Viejo Valde” en
esa ocasión estuvo formado por los agentes de confianza de Morales, los infantes
de Marina Daza, Escalona y Meza…echamos a la rastra al automóvil al detenido y
partimos junto a Daza, Escalona y al parecer Meza, hacia la cuesta Barriga. Al
llegar a la curva nos metimos a la entrada y dije a los demás que cumpliéramos
la orden. En ese momento, Daza tomó por atrás al detenido, pasándole el brazo
por el cuello, y el detenido, a pesar de lo mal que estaba, reaccionó y comenzó
a patalear, hasta que le tomé los pies mientras otros lo aseguraban por arriba,
y en ese momento fue que Daza le dio giro al cuello del detenido muy brusco
hacia un lado y lo desnucó. El detenido quedó inmóvil, muerto. El cuerpo fue
cargado por otros dos, yo alumbré con la linterna, lo llevaron al fondo y fue
lanzado al pozo. Nunca antes conté esto, ni a mi
familia”…
Washington, uno de los hermanos de Ángel dirá “la cobardía con que
actuaron sus captores y asesinos, durante la tortura se vuelve a manifestar,
cuando al momento de llevarlo a la Cuesta
Barriga, entre al menos cuatro “valientes soldados: infantes de Marina y Carabineros” lo desnucarán para
asesinarlo...”
Ángel
Gabriel Guerrero Carrillo fue mantenido recluido en el entonces cuartel “Terranova” -Villa Grimaldi- y fue visto
varios meses más tarde por otro militante del MIR en la Resistencia: Ricardo
Alarcón, quien había sido detenido por la DINA el 18 de agosto de 1976. Él, en
una de las salas de interrogatorio vio a “Emiliano”, con quien se conocían desde
su época de estudiantes secundarios, lo mismo ocurrió con Isaac Godoy
Castillo.
“Emiliano”,
había sido intensamente buscado por la DINA, desde que en 1974 allanaran la casa
familiar en Macul y fuera detenido su hermano Washington, “el Blanquito” a quien más tarde los
tribunales militares condenarían a tres años y un día de prisión.
TIEMPO DE FORMACIÓN
Washington
relata. “Fuimos parte de una familia compuesta por cinco hermanos: tres
hombres y dos mujeres, y Ángel fue el segundo entre los cinco hermanos. Nuestros padres
tenían origen campesino, en su primera etapa de vida migraron a la ciudad en busca de
mejores oportunidades. Mi padre ingresó a carabineros. Mi madre, estaba dedicada
a los quehaceres de casa y al cuidado de sus cinco hijos y posteriormente al
cuidado de sus nietos y nietas”.
Prosigue Washington…”Ángel Gabriel, se desarrolla en un ambiente de
gran solidaridad familiar, tanto con los que llegaban a Santiago, en busca de
nuevas oportunidades, como con nuestros parientes que vivían en el campo. Por
eso, cada verano tenía como prioridad
ir apoyar las labores de cosecha de trigo y la preparación de la tierra
para las nuevas siembras. A mi hermano lo marcó la cercanía con el mundo
campesino y todas sus carencias y también su vinculación como estudiante de
preparatoria en el colegio Don Bosco de los Salesianos. Fue monaguillo en la
iglesia de la población y participó de trabajos voluntarios organizados por el
cura párroco.”
“Nuestro padre falleció hace ocho años, sin poder recuperar a su
hijo Ángel Gabriel, a pesar de un largo peregrinar y golpear puertas para que se
lo devolvieran. Vivió junto a mi madre, mis hermanas y hermano mayor, la
permanente presión de allanamientos y vigilancia de la casa. Así, como las
numerosas gestiones para dar con alguna pista sobre mí hermano. Después de
conocerse la detención de Ángel, ceso la presión sobre la casa y la familia”
rememorará Washington en su recuento a 36 años de estos
acontecimientos.
Hasta hoy Washington no se cansa de destacar la notable actitud
adoptada por su padre, “siendo profesor en la escuela de carabineros, decidió
renunciar sin esperar a jubilarse, luego de 18 años y cuando sólo le faltaban
dos años. Su determinación fue
clara y tajante, él renuncio a pesar de los pedidos que le hicieron sus jefes
superiores”.
LA MILITANCIA EN EL
MIR
“Con “Emiliano” fuimos
juntos a los trabajos voluntarios de la FESES (Federación de Estudiantes
Secundarios) de Osorno en 1971, yo debo haber estado en 1ero medio y él por
salir de 4to, éramos de la misma base con el Mizomba, el Pampino y el Titín-los dos últimos también
detenidos–desaparecidos- Lo recuerdo decidido y risueño, a la cabeza de todo…
por ejemplo cuando había que tomarse el liceo... en 1972 requeríamos hacer un
lienzo y en el ALMAC de Irarrázaval había uno muy apropiado…que al otro día
amaneció pintado con motivo de una elección estudiantil. Luego ya no lo vimos,
el “Emiliano” partió a ser parte de
Fuerza Central del partido y tiempo después lo reencontré en la toma de Maipú,
ya estudiaba en el DUOC de la UC.” relata el Coke, compañero de militancia en el
Liceo 7.
En 1971, cuenta su hermano Washington “siendo alumno de Cuarto Año
Medio fue elegido Vicepresidente del Centro de Alumnos del Liceo 7 de hombres de
Ñuñoa, en representación del Frente de Estudiantes Revolucionarios FER.,
referente del MIR, en los estudiantes secundarios”.
Por su parte, Enérico García recuerda al pequeño Haywatta, otros de los nombres
de Ángel, como integrante de la Escuadra
Uno, que hacía equipo con el Ciriaco.
“Ambos militábamos en el MIR, al momento de ser secuestrado mi
hermano. Yo me encontraba preso junto a cientos de militantes de todos los
partidos de izquierda en la penitenciaria de Santiago. Hasta el ese momento,
manteníamos una relación muy estrecha, luego y hasta el día de hoy ha sido
profundamente espiritual, creo que basada en las profundas convicciones que
juntos y en otras por separado fuimos desarrollando” reflexiona Washington
recordando todo cuanto lo unió con su hermano Ángel.
LAS DECLARACIONES DEL MOCITO
Con
serenidad Washington Guerrero se refiere al testimonio del mocito. “Su relato deja en evidencia que todo lo
obrado y realizado está justificado por la "defensa de la Patria", justificado
por la lealtad que le debe a quienes lo cobijaron en momentos difíciles de su
vida. Sin embargo, no podemos dejar de agradecer, su valioso aporte a la
justicia y a nuestras familias para acercarnos a la verdad de lo ocurrido.
La
reflexión que surge es: ¿Quiénes son los verdaderos responsables
intelectuales y materiales de transformar personas buenas y humildes en sus
inicios, en verdaderas máquinas de la muerte?
Creo
es un
imperativo
ético y moral denunciar y sancionar públicamente a los cómplices políticos,
intelectuales y empresariales; responsables del genocidio realizado en
Chile. Hoy, muchos de ellos están en el gobierno, otros en el parlamento y
un número no menor escondido en sus
grandes negocios”
Por
último, respecto del libro del periodista Javier Rebolledo el hermano de Ángel
considera que “es un nuevo y destacado aporte a la permanente búsqueda de la
verdad y justicia ante los atropellos de los DD.HH, especialmente para quienes
no hemos dejado de buscar y presionar por nuestros seres
queridos”.
Se
escucha para Ángel Guerrero Carrillo una canción: Abre sendas por los cerros, deja su huella
en el viento, el águila le da el vuelo…Y lo cobija el silencio.
Otro
de los compañeros que lo recuerda Charlie escribe sobre el “Pequeño Haywatta”: “pienso a veces que todavía su energía anda y
rebrota cada vez que una protesta o marcha o algún encapuchado se
rebela…”.
Porque
dicen que mientras se les recuerde… viven.
Ignacio
Vidaurrázaga M.
Comunicaciones
Villa Grimaldi
24
de julio 2012.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario